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Singlehood: Prólogo

  • Foto del escritor: Ana Sofía de la Cámara
    Ana Sofía de la Cámara
  • 7 ene
  • 6 Min. de lectura

Actualizado: 8 ene

A menudo, cuando me encuentro dentro de un grupo de morras en fiestas, suelto la frase: "Si soy experta en algo, es en estar soltera". Esto provoca algunas risas, y usualmente alguna dice que ha estado soltera por siempre, generalmente entre 6 meses y un año. Entonces, yo le doy un trago a mi cocktail para evitar responder. Recientemente, cumplí 30 años y de alguna manera logré llegar hasta aquí completamente soltera. Talking stages y situationships en abundancia. He tenido 50 primeras citas, y puedo decir que soy bastante buena en ellas. Entonces, ¿que está pasando?

 

Para explorar más a fondo este y otros dilemas, he decidido finalmente seguir el consejo de mi difícil pero brillante profesora de inglés de la prepa y “ponerme a resolver mis pedos.” Esta columna será esencial en este esfuerzo y, con suerte, servirá como un espacio divertido y seguro para que nosotras, las morras solteras, nos sintamos vistas y compartamos algunas risas. Escribiré sobre mis desventuras dateando y reflexionaré sobre situaciones pasadas y relaciones que nunca fueron, y como a veces pasa, ¡hablar con tus amigas sobre “esa persona” es la mejor parte!

 

¿Qué es la singlehood?

Defino medio en broma la singlehood de la siguiente manera: Si viviéramos mágicamente en un perpetuo 2009, donde Facebook aún fuera relevante, nunca habría tenido la necesidad de actualizar mi estado de relación por algún tipo.

Trato de ver la soltería como un espacio neutral. No te hace mejor ni peor, aunque la sociedad te haga sentir culpable o te haga pensar que te falta algo en tu juego de solitario. Por otro lado, me parece algo insidioso que el feminismo pop haya convertido recientemente el estar soltera en una postura de “qué valiente” y "badass". Sospecho que es principalmente una estrategia de marketing para mantener a flote el negocio de las camisetas con frases como "Dump Him".


Si algo, mis sentimientos hacia mi propia soltería tienden a ser positivos porque no me he forzado a estar en una relación por el simple hecho de estar en una. Desde mis años de adolescente, empapados en vodka con arándano, hasta los martinis sucios de hoy, muchas amigas me han contado con bastante casualidad que no saben realmente cómo terminan en relaciones, que "simplemente pasa". Inmediatamente, un destello de miedo me invade, como si yo también pudiera quedar atrapada en la actuación de una relación mundana. Jane Austen y los personajes masculinos escritos por ella y otras mujeres en los 1800 probablemente me arruinaron. Aún así, siempre he visto las relaciones como algo en lo que solo debes entrar con entusiasmo total, con alguien que te admire profundamente. Si no es así, sospecho que la imitación vacía me sofocaría. Aun así, quiero la intimidad emocional, y temo haber mantenido a los que me interesan a distancia, porque desafortunadamente es que lo logro, sin quererlo hacer.



Aquí es donde entran todas las situationships y talking stages. Son chicos interesantes con los que saldría, pero de alguna u otra manera, completamente inaccesibles. Y como he confesado, quiero cercanía mientras logro ser increíblemente distante. Estoy ansiosa (por todo), pero el miedo de que la gente descubra esto me hace mantener la calma. Tanta calma que casi nadie adivinaría que lo que realmente estoy sintiendo. ¿Es esto simplemente un caso de la "Chill Girl" llevado demasiado lejos? Seguro es algo cierto, pero temo que lo he llevado al siguiente nivel y apenas me he dado cuenta. No pretendo hablar por todas las morras solteras. Si hay algo que odio, es las categorizaciones prácticas y generalizadas. Solo mira mi closet, y verás que la influencia de Marie Kondo no está por ningún lado.

Pero puedo ver que me he mantenido apartada cuando quería acercarme. Al proteger mi paz tan completamente, me encuentro confundida y, siendo honesta, románticamente insegura.

Crecer en los perfectos suburbios Estadounidenses al estilo Stepford Wives como una chica mexicana de pelo chino si me hizo destacar un poco. Sin embargo, esta afirmación cómoda fue recientemente cuestionada cuando salí a comer ramen con mis dos primas Gen Z. Hablamos sobre cómo mis hermanas y yo nos mudamos tan jóvenes, "Ustedes siempre fueron diferentes; incluso si se hubieran quedado, habrían sido raras". Su tono directo le dio un nuevo golpe a una vieja herida. Entonces, independientemente de una rareza natural o ser inmigrante, me destacaba. Los chicos no mostraban interés, y reconocía una mirada algo confundida que les inspiraba. Esto me hizo creer en la verdad universalmente aceptada de que a los chicos no les gusta Ana Sofía. Sin embargo, nunca me sentí fea. Era una adolescente vanidosa que amaba la moda y obligaba a mi familia a tomarme fotos para mi Blogspot.

Aún así, acepté el hecho de que yo no le podía gustar a los chicos, lo que me permitió la libertad de hacer lo que quisiera, ya que el miedo a ser indeseable ya había sido enfrentado.

Esta pequeña armadura me ayudó a verme a mí misma como la heroína de mi propia historia, y estoy agradecida por eso. Sin embargo, mi dependencia de ella también me hizo alérgica al interés que las personas demostraban y me incapacitó para mostrarlo a cambio.


 


Noté por primera vez mi soltería crónica a los 23 años. Estaba estudiando en Londres y me la vivía en eventos de cine, museos y conciertos a los que iba sola. Si mis amigas no iban a ir conmigo, no me iba a quedar con las ganas. Mis amigas europeas, que asumí habían crecido alejadas de los ideales patriarcales y conservadores que había visto en México y los EE.UU., señalaban lo "valiente" que era por ir sola. Desde entonces, he concluido que no hay palabra más insultante que una mujer le pueda decir a otra. Solo piensalo, "Eres tan valiente por usar eso. Yo nunca podría". Navaja al corazón.


Esto fue en 2017, y comencé a notar un cambio en el discurso público hacia la soltería. Los artículos de Buzzfeed ahora leían "10 Razones para Dejarlo", en lugar de "10 Maneras de Conquistarlo". El cambio se sintió deshonestamente capitalista, ya que convirtió al amor romántico en un zapato que se tira porque la altura del tacón ya no está de moda. Peor aún, me sentí cada vez más observada, como cuando poco a poco te das cuenta de que estás desnuda en un sueño. No había tomado la decisión de ser valiente, y me ofendió que nadie me lo hubiera advertido.


Un sábado por la noche, después de ver la película del payaso IT, estaba en casa viendo un video en Youtube sobre Stephen King. Una colección de tazas vacías, barras de chocolate y bolsas de papas me acompañaban. Mi roomie, Sophie, se había ido a una date, pero regresó minutos después porque nuestro bar local estaba cerrado. Su cita entró detrás de ella, y me encontré en mi era de la mejor amiga rara al estilo Seth Rogan/Jonah Hill. Los enamorados se fueron a su cuarto, y ella puso Lana Del Rey y encendió su luz roja. El video continuó y comenzó a explicar la escena de la "orgía infantil" en el libro. Instintivamente me moví en mi lugar para cubrir el sonido, como un niño cuando su estómago hace ruido en clase. Las paredes de nuestro departamento eran delgadas, así que pronto escuché a una preocupada voz preguntándole a mi amiga: “¿¡Qué está viendo?!



Después de esto, busqué películas en mi cine local. Victoria & Abdul, protagonizada por Judi Dench, comenzaba en 10 minutos. Mientras salía por la puerta, escuché una voz omnipotente sobre mí: “Oye, ¿vas al cine, verdad?” Era Sophie, descansando poéticamente en su ventana, fumando un cigarro con su cita a su lado. Les enseñé el dedo medio, y se rieron mientras un repartidor pasaba en su bicicleta y se reía también. Al entrar al cine, una ola de parejas jóvenes me rodeó. La más reciente película de alguna franquicia de acción justo había acabado. Con mis palomitas y refresco en mano, fui contra la corriente entre mis compañeros mientras salían del cine. La audiencia en mi sala era de mujeres de unos 70 años, y te lo juro, dos adorables señoras detrás de mí hablaban sobre tejer y el nuevo gatito que una de ellas había adoptado. Me invadió un pánico interno.

¡Había estado tan obsesionada con mis pensamientos, ideales y reflexiones que no me había dado cuenta de lo jodidamente soltera que estaba!

Después de que terminó la película, corrí a casa, saqué mi diario y escribí: SINGLEHOOD.



Eso fue hace siete años. Pero no estoy segura de cuánto he crecido. He tenido sexo por primera vez desde entonces, pero no antes de pasar por muchos momentos horriblemente incómodos que me mataron y me emocionaron. Después de la pandemia y un episodio de depresión, siento que estoy saliendo del otro lado. Aunque sola, pero más consciente de "lo que quiero de una relación, o simplemente de la vida, supongo..." y más cerca de alcanzarlo y tomarlo.


 

*Para leer la versión de Singlehood en inglés, dirígete a este link.

* Aunque apoyo completamente el movimiento 4B y a las mujeres que cuestionan el amor romántico heterosexual y exploran el celibato, es el consumismo feminista blanco de “debes estar soltera o eres una mala feminista, y ahora cómprame esta taza carísima con un mensaje de empoderamiento” lo que me da escalofríos.


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