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Rock, autenticidad y expresión: en conversación con Silver Rose

  • Foto del escritor: Michelle Soto
    Michelle Soto
  • 21 ene
  • 7 Min. de lectura

Carla Sariñana: Silver Rose como refugio creativo


Desde su primer acorde, Carla Sariñana ha estado en constante búsqueda. Comenzó tocando el bajo en una banda, pero pronto se dio cuenta de que esa faceta no era suficiente para canalizar todas las ideas que bullían en su mente. Con determinación, decidió salir de su zona de confort. Aprendió a cantar y, aunque el proceso fue arduo, encontró en esa disciplina una nueva forma de expresarse. “Tomé clases, me costó mucho trabajo sentirme cómoda, pero fue necesario para darme un tiempo sola y estudiar. La música siempre ha sido mi gran amor, tanto el arte en sí como todo lo que rodea la industria."


Ese deseo de explorar la música en su totalidad la llevó a Los Ángeles, donde cursó estudios de Music Business y se dedicó a tocar, componer y perfeccionar su proceso creativo. “Al principio, una canción me llevaba muchísimo tiempo, pero cuando entiendes cómo se hace, todo empieza a fluir. Es cuestión de práctica, de explorar y mejorar.”

A pesar de su necesidad de independencia artística, nunca dejó de lado a su banda, Ruido Rosa. “Amaba tocar con mis amigas; la convivencia era increíble. Pero sentía que necesitaba un espacio donde pudiera tener más control creativo, y ahí nació Silver Rose. Es mi refugio, un lugar donde puedo expresarme plenamente.”


Silver Rose no solo le ha permitido abrirse musicalmente, sino también colaborar con otros músicos, grabar canciones únicas y enfrentar uno de sus mayores miedos: el temor de quedarse sin ideas. “Ese miedo de secarte es real”, admite. Pero cada canción nueva, cada show lleno de público, refuerza su confianza y le recuerda por qué sigue en esto.

El proyecto, sin embargo, no siempre estuvo destinado a ser su prioridad. “Cuando empecé Silver Rose, no tenía grandes expectativas. Luego me embaracé y todo cambió. Mi vida dio un giro, y el proyecto adquirió un significado diferente. Lo hice por mí, por el amor que le tengo al rock y a la música.”

Ahora, Carla sueña con hacer más discos, colaborar con productores que admira y tocar en lugares icónicos como el Lunario. "Silver Rose es el espacio donde puedo ser completamente yo misma. Quiero seguir creando música que me llene y mejorar cada día como cantante. Ha sido un camino largo, pero aquí estoy, lista para seguir adelante."



 

"Encontrando mi voz en el rock": reflexionando sobre nuevos caminos y aprendizajes


Carla Sariñana no solo desafía las convenciones, sino también sus propias expectativas. Con su proyecto Silver Rose, la cantante y bajista ha encontrado un espacio para crecer y expresar una parte más íntima de su arte, algo que, según cuenta, no siempre fue sencillo de transmitir.


"Este año lo estoy comenzando mostrando quién soy realmente. Silver Rose tiene más rock, algo bonito, divertido y psicodélico. No es tan suave como la gente podría esperar por conocerme de Ruido Rosa, pero es justamente lo que quiero mostrar. Estoy preparando unas sesiones en vivo para comenzar el año y ya estarán las canciones en plataformas", comparte Carla, con una mezcla de emoción y claridad sobre lo que viene.


Entre sus planes inmediatos está salir de la ciudad y llevar su música a nuevas audiencias. "Estoy planeando una pequeña gira, ir a lugares como Monterrey, y poco a poco expandirme más. Es lo que más quiero. Creo que mi sonido tiene espacio para crecer y conectar con personas que disfrutan del rock auténtico", explica.



La conversación fluye hacia sus primeras experiencias en un género predominantemente dominado por hombres y cómo se ha sentido al encontrar su lugar como mujer en el rock.


"Al principio, no era tanto que me sintiera incómoda, sino que me motivaba saber que podía aportar algo diferente. Hay una fuerza en ser mujer haciendo rock que los hombres no tienen, y eso es algo que aprendí a valorar y resaltar. Creo que lo que más necesitamos es apoyarnos entre nosotras, escucharnos, porque eso crea un cambio real."

Carla se detiene un momento, reflexionando sobre su crecimiento personal. "Al final, creo que lo más importante es sentirte cómoda contigo misma, entender tus emociones y encontrar tu lugar. Ha sido un proceso largo, pero ahora me siento más segura en mi propia piel. Y eso, creo, es lo que realmente conecta con la gente."


Cuando habla de su música, su voz adquiere una calidez que invita a escuchar con atención. “Siempre he pensado que crear es una forma de reconciliarte contigo mismo”, dice con una leve sonrisa, mientras sus manos dibujan círculos en el aire, como si acompañaran su narrativa. “Es un pacto que haces con lo que llevas dentro. A veces no es fácil enfrentarlo, pero cuando lo logras, hay algo profundamente liberador.”


Sobre su proceso creativo, comparte que el camino no siempre ha sido sencillo. Su decisión de trasladarse a Los Ángeles marcó un antes y un después en su carrera. “Me fui buscando más que respuestas, un espacio donde pudiera escucharme realmente”, recuerda. En esa ciudad, entre clases de canto y un programa intensivo de Music Business, encontró el valor para reconectar con su música desde otro lugar. “Quería aprender a decir lo que sentía, pero también cómo construirlo mejor. A veces la técnica te da herramientas para volar más alto.”


La conversación toma un tono reflexivo cuando menciona el equilibrio entre sus roles como artista y madre. “Ser mamá es lo mejor que me ha pasado, pero también lo más desafiante”, admite. “Hay días en los que no quiero tocar, en los que siento que no tengo nada que dar. Pero al final, siempre vuelvo, porque la música es mi refugio, es lo que me recuerda quién soy.”


A pesar de los retos, nunca ha dejado de avanzar. “El chiste es seguir”, dice, casi como un mantra. “No se trata de que todo salga perfecto, sino de encontrar un motivo para continuar. La música siempre me ha dado eso, un motivo.”


Cuando se le pregunta sobre las expectativas y las comparaciones en redes sociales, suspira. “Es difícil no caer en la trampa de medir tu valor con lo que otros están haciendo. Pero creo que lo importante es no perder de vista por qué comenzaste. Para mí, la música nunca fue sobre fama o dinero; fue sobre sanar, sobre conectar. Eso es lo que sigo haciendo, y eso es lo que me hace feliz.”


Su historia resuena como un recordatorio de que el arte, en todas sus formas, es un camino hacia el autoconocimiento y la autenticidad. “Al final, no importa si llegas a miles o solo a unos pocos”, dice con serenidad. “Si lo haces desde el corazón, siempre tendrá valor.”

En una conversación profunda y honesta, la artista reflexiona sobre cómo Silver Rose pasó de ser un proyecto secundario a convertirse en una verdadera expresión de su amor por el rock. Aunque su vida cambió con el embarazo, lo que al principio parecía un obstáculo, terminó por darle una nueva perspectiva. Silver Rose dejó de ser solo una meta profesional y se transformó en un acto de amor personal hacia la música, algo que también le ha permitido conectar con su hija.


La música se ha convertido en su refugio y su forma de sanación. A medida que avanza, se siente más segura de sí misma sobre el escenario y más libre de las expectativas ajenas. “Cada vez me siento más yo misma y me importa menos lo que piensen los demás”, asegura. A pesar de este crecimiento, la maternidad le presenta desafíos: "A veces no quiero tocar, no quiero hacer nada", pero sigue empujándose a continuar porque sabe que la música es lo que la nutre.


Con la vista puesta en el futuro, su objetivo es seguir creando discos diferentes y llevando Silver Rose a un público más amplio. "Quiero seguir explorando sonidos auténticos y psicodélicos, pero siempre con el corazón puesto en lo que hago", menciona con determinación.


Además, la artista subraya la necesidad de que las mujeres se apoyen entre sí dentro del rock, destacando la importancia de la representación femenina en un género históricamente dominado por hombres.


“El ego es una trampa. Lo importante es sanar a través de la música y seguir creciendo”, concluye.

Para ella, la música es mucho más que una carrera; es un proceso de autodescubrimiento y sanación constante.


El arte siempre ha sido su forma de expresión profunda, casi espiritual. Como ella misma dice, hacer música y estar en el proceso creativo no es solo una cuestión de sacar algo al mercado, sino de cumplir con un pacto personal. "Hay que ir a un lugar muy profundo, muy espiritual, un pacto contigo misma", comenta con determinación. Para ella, más allá de las presiones externas, lo más importante es que su música esté en armonía con su ser interior y que, a pesar de los desafíos, pueda seguir avanzando. "Es difícil, es pesado, pero lo más importante es seguir, incluso cuando las cosas se ponen complicadas", afirma.


El capitalismo, con su constante presión por la monetización y la visibilidad en las redes sociales, es una de las grandes luchas que enfrenta. "Es un balance entre la moralidad del arte y el capitalismo. Todos estamos ahí", confiesa. Sin embargo, no deja que eso defina su proyecto. A pesar de la influencia de las redes y la rapidez con la que todo se consume, ella mantiene su enfoque: "Subo contenido porque es divertido, pero no lo hago para hacer que mi proyecto funcione, sino porque realmente disfruto lo que hago", dice con una sonrisa.


Al final, para Silver Rose, el éxito no está solo en los números o el reconocimiento instantáneo, sino en la satisfacción personal de saber que está haciendo lo que ama. "A veces no estamos condicionados a vivir por el dinero, pero eso puede cambiar. Estoy en un punto de mi vida en el que todo lo que invierto, lo hago por amor al arte", reflexiona.


Y así, con sus palabras, deja claro que el camino del arte y la música es uno de dedicación, autenticidad y pasión, y que cada paso dado en este viaje es una victoria personal.


 

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