Acompañándonos en el aislamiento
- Leslie Chacón
- 24 sept 2020
- 3 Min. de lectura
Actualizado: 11 jul 2024
Estos últimos meses me cambió la vida, y no tiene nada que ver con la pandemia.
Cuando comenzaba todo esto yo estaba pasando por un episodio depresivo, pero como muchos, no lo trataba con la seriedad que se debe, yo creía que estaba exagerando al llorar todos los días sin razón aparente, enojarme por todo, sentirme inútil y no poder encontrar motivación para despertar. Creí que era el clima, que quizá mi trabajo era muy pesado, que estaba mucho tiempo sola.
Pero realmente lo que había pasado es que mi cerebro dejó de producir serotonina, poco a poco y sin avisar dejé de ser feliz porque mi cerebro no era capaz de segregar esa hormona que hace que te sientas contenta. Aunque yo quería “echarle ganas” eso no iba a balancear los químicos en mi cerebro, pero claro, yo ignorante, no hice mucho porque no sabía qué era, ni que existía, ni que era más común de lo que pensaba. Aunque comencé a ir a terapia nunca conté bien lo que realmente pensaba todos los días.
“Me quiero morir”, era la frase con la que despertaba y “ojalá no despierte mañana” era con la que me iba a dormir. Pasaron los meses y ya no solo eran pensamientos; comenzaron a convertirse en acciones: ¿cómo me quiero morir y cuándo?
Cuando comenzó la cuarentena intenté suicidarme pero a la mera hora me acobardé, pero no pasó mucho tiempo antes de volverlo a intentar, estoy aquí para contarlo, pero a punto de no. Yo estaba muy enojada de que me encontraron a tiempo, de haber vivido, de no acabar con mi sufrimiento, era una salida, para mí era una solución a lo mal, triste y vacía que me sentía, obvio ya no quería vivir asi; eso no era vida. Lo tenia todo y me sentía malagradecida por no sentirme afortunada, por no valorar lo que tenía. No pensé en si mis papás, hermana, novio, amigos iban a sufrir o el daño que les iba a causar. Yo ya quería acabar con lo mal que me sentía.
Después de eso por fin pude abrirme y hable con mi psicóloga sobre todo, sin filtros. Antes creo que no lo hacía para que no pensara “que estaba loca” hahahah Me mandó corriendo con la psiquiatra y me diagnosticó depresión clínica crónica y ansiedad. Me prescribieron antidepresivos y ansiolíticos y aunque al principio me negaba a tomarlos porque no quería felicidad falsa, me acuerdo mucho de una frase de mi psicóloga: “¿y no crees que lo que sientes ahorita es tristeza falsa?” y sí, totalmente. ¡Yo no podía sentir felicidad porque me faltaba una hormona! Ese no era un estado real.
Regresé a mi ciudad, comencé mi tratamiento y aunque muchas veces empeoraba antes de mejorar, mi support system me levantaba cada vez que caía, les debo todo, y aunque muchos sentían que regresar a su casa o dejar la rutina por la pandemia era algo malo y aburrido, para mí han sido meses de autodescubrimiento, cuidarme, sanar, perdonar y enfocarme en mí.
Me gusta pensar que el timing entre la pandemia y mi recuperación fue el momento exacto, tuve que frenar y ver todo en perspectiva, si hubiera seguido con “la rutina normal” nunca hubiera parado a tomarme el tiempo que necesitaba para sanar, aún me faltan quizá años en tratamiento pero no tengo prisa, quiero alcanzar todo lo que me propongo porque sé que lo voy a hacer, pero todo a su tiempo, mientras vea por mí primero, el mundo puede frenarse pero yo voy a estar bien.
Comments